Sigue subiendo el costo de proyectos insignia

 

 

 

 

 

Lic. Jalil Chalita Zarur

 

 

Mientras que en el escenario de la inmediatez electoral, el Gobierno Federal insiste en recortar mil 500 millones de pesos al presupuesto del Instituto Nacional Electoral, el presupuesto de los proyectos insignia continúa al alza, rondando ya los 935 mil millones de pesos.
Si agregamos el costo de cancelación del proyecto aeroportuario de Texcoco, el monto de recursos públicos rebasa ya un billón de pesos.
Es necesario comentar que en la práctica se da por descontado que, tratándose de proyectos de infraestructura de cierta envergadura y complejidad, los sobrecostos y los retrasos en la entrega y puesta en marcha son la norma.
Esto es así, aun cuando se trate de proyectos bien planeados, con estudios previos de factibilidad y con sensatez y rigor técnico, económico, operativo, legal y financiero.
Si a la ecuación que asume la preexistencia de riesgos (visibles e imprevisibles), le agregamos falta de planeación, falta de rigor metodológico y legal, opacidad en la procura y, sobre todo, testarudez en el análisis de viabilidad y rentabilidad real de la obra, el resultado que puede anticiparse es francamente desolador.
El tiempo y la obstinada realidad que frecuentemente arroja otros datos indicarán si la aprobación de estas obras y la utilización de recursos públicos fueron realizados en forma sensata y responsable al tratarse de proyectos viables, generadores de valor y justificativos del monto colosal de recursos públicos invertidos, que no fueron asignados en otras áreas francamente lacerantes de nuestra realidad.
Por lo pronto, ahí están las irregularidades aparentes y la responsabilidad inminente en la aprobación y la asignación de estos recursos, en un caudal de irregularidades en materia de estudios previos, planes maestros, requisitos medioambientales y de impacto social, aplicación rigurosa de factores de descuento y rentabilidad, y opacidad en la procura de insumos y servicios.
A pesar de inauguraciones y fanfarrias, los sobrecostos y retrasos de las obras insignia de esta administración comienzan a asomar en forma preocupante el posible resultado de decisiones precipitadas que comprometen las finanzas públicas en el momento menos indicado, y de proyectos inconclusos cuya viabilidad sigue en vilo.
Ejemplos concretos tenemos muchos hoy en México.