Ante la censura oficial tenemos el internet

Lic. Jalil Chalita Zarur

 

 

Uno de los síntomas más evidentes de los gobiernos dictatoriales es la búsqueda del sometimiento de los medios de comunicación, cuya consecuencia directa es coartar la libertad de expresión e información de los ciudadanos para beneficio del propio gobernante.
De hecho, la libertad de prensa en nuestro país es bastante nueva, comenzó hace poco con la alternancia del poder en el año 2000, que dejó atrás 80 años de dominio unipartidista del PRI, a los que habría que sumarle otros 10 años de guerra revolucionaria y otros 30 años de dictadura porfirista, son escasísimos los momentos en los que en nuestra vida independiente ha existido una libertad de prensa, se dio momentáneamente con la victoria de Francisco I. Madero y antes de eso, en menor medida, con Maximiliano de Habsburgo, pero realmente llevamos escasos 22 años de tener una verdadera libertad de publicar en los medios sin censuras estatales ni llamadas desde la Secretaría de Gobernación a los jefes de redacción.
Esta semana, la Suprema Corte de Justicia invalidó una reforma hecha por el Congreso en 2017 que buscaba otorgarle al gobierno de México la posibilidad de censurar a los medios de comunicación de manera directa, con cualquier pretexto y enormes sanciones económicas.
Sin embargo, a pesar del aparente triunfo de la libertad, la Corte regresó al Congreso la posibilidad de volver a legislar sobre este tema.
Esta acción abre la puerta a la mayoría Morenista para pasar por encima de los intereses de la ciudadanía y dar un paso atrás regresándonos a su anhelado México totalitarista presidencial donde por ley no estaría permitido disentir de la postura oficial, así de grande es el riesgo para la libertad de prensa hoy ¡en pleno 2022!
Aunque vale la pena recordarle a la 4T que no estamos en los años 70, 80 o 90 y que quitarle a la ciudadanía un derecho que ya tenemos conquistado no es cualquier cosa y podría ser muy contraproducente para sus planes de mantener el poder, sobre todo cuando observamos que, si bien, el papel de los grandes medios de comunicación sigue siendo muy relevante en la opinión pública, ya no cuentan estos con el monopolio de ser los únicos que generan información y los contenidos que consume la población, la teoría del control masivo de los medios de comunicación sobre la opinión pública de la sociedad empezó su agonía con la llegada de las redes sociales.
Este fenómeno es mundial, las nuevas generaciones cada vez consumen menos contenidos del mainstream media y recurren más a influencers y canales alternativos como fuente de información y entretenimiento, además, los nuevos usuarios no solo consumen contenido, también lo producen, opinan en medios digitales y son escuchados por otros usuarios.
Estamos como sociedad en un momento de transición en lo que se refiere a nuestros hábitos de consumo de contenidos.
Esto no quiere decir que los grandes medios de comunicación vayan a desaparecer, simplemente su papel está cambiando de ser la única fuente de información a ser una fuente más fidedigna de información, esto gracias al ejercicio profesional del periodismo que es parte de su esencia, tendrán que adaptarse a los nuevos formatos digitales.
De hecho, hoy los medios siguen teniendo una influencia en el círculo rojo y en la vida política nacional, aunque sus mercados sean más acotados y competidos.
En medio de esta transición de nuestra sociedad a una más digitalizada, una ley de regulación de los medios masivos de comunicación solo hace evidente la profunda añoranza de nuestros gobernantes por un México más fácil de someter pero que nunca va a volver, además de una desconexión total de la realidad inmediata, donde en la siguiente elección presidencial ya van a votar los que nacieron entre los años 2001 y 2006, una generación que nunca ha vivido en un país sin libertades y que desde la infancia más temprana ha tenido internet, de hecho, los nacidos en la década de los 90 en adelante es poco lo que recuerdan del México de los presidentes imperiales, hasta que llegó la 4T.